El llamado “cese el fuego” en Gaza terminó siendo, una vez más, una trampa mortal para la población palestina. A pesar de los anuncios internacionales y de la retórica diplomática que habló de una tregua humanitaria, los ataques no cesaron y la población que intentó regresar a lo que fueron sus hogares —ya reducidos a escombros— volvió a encontrarse con la muerte.
En los 13 días que duró este supuesto cese de hostilidades, Israel violó el acuerdo en al menos 47 ocasiones, dejando más de un centenar de muertos, según datos citados en el programa La Noticia es Otra de Reactiva Contenidos.
Las violaciones incluyeron bombardeos aéreos, disparos de artillería, ataques con drones y tiroteos a desplazados que intentaban transitar por los corredores humanitarios acordados. En uno de los episodios más atroces, una familia de 11 personas fue masacrada mientras se desplazaba en un ómnibus hacia los restos de su vivienda.
El retorno imposible
Lo que el mundo llamó “retorno” a Gaza es, en realidad, una dispersión forzada de sobrevivientes. Familias que buscan entre ruinas lo que alguna vez fue su casa son blanco de ataques directos. Las zonas densamente pobladas, aquellas a donde retornaron miles de desplazados, volvieron a ser bombardeadas.
“El alto el fuego fue una carnada, una estrategia más del genocidio”, se dijo en el programa. Lo mismo había ocurrido con falsos envíos de ayuda humanitaria en el pasado: operaciones diseñadas para atraer y eliminar civiles.
La ayuda que no llega
El Gobierno israelí se había comprometido ante Naciones Unidas a permitir el ingreso de 600 camiones diarios de ayuda humanitaria. Sin embargo, según datos del propio centro de operaciones de la ONU, solo 71 camiones por día llegaron efectivamente a destino.
La mayoría fue interceptada o saqueada con conocimiento y cobertura del ejército israelí, que dirige los convoyes por zonas controladas por grupos colaboracionistas.
Así, el hambre y la escasez siguen siendo armas de guerra, administradas con precisión burocrática.
La complicidad internacional
Mientras la población palestina sigue muriendo a gran escala, los gobiernos occidentales celebran la “tregua” y callan ante las nuevas masacres. Estados Unidos mantiene su presión sobre Israel para sostener la ofensiva, mientras la Unión Europea mira hacia otro lado.
“La comunidad internacional legitima el genocidio bajo la palabra ‘cese al fuego’”, se denunció desde el programa, recordando que el silencio de los países que festejaron la tregua equivale a una complicidad directa.
Gaza, capital de la nueva humanidad
En la transmisión, los periodistas compararon la resistencia palestina con la defensa de Stalingrado en la Segunda Guerra Mundial.
“Gaza es la capital de la nueva humanidad”, afirmaron, “una ciudad sitiada, hambrienta y destruida que sigue resistiendo al exterminio”.
El genocidio continúa su curso, disfrazado de tregua.
Y mientras el mundo discute semánticas diplomáticas, los palestinos siguen muriendo entre los escombros, bajo un cielo sin tregua.



