Varones Unidos y el doble femicidio: la misoginia como doctrina

Aunque algunos legisladores del Partido Nacional intenten proteger a una agrupación con la que trabajaron codo a codo —recordemos que Varones Unidos participó en la elaboración de la Ley de Corresponsabilidad en la Crianza, aprobada durante el gobierno de Luis Lacalle Pou— los hechos recientes exponen con crudeza el verdadero carácter ideológico de ese movimiento.

Esa ley, que modificó el Código de la Niñez y la Adolescencia, se fundó en la premisa de que la violencia contra la mujer no constituye violencia directa contra los hijos, una idea que desde entonces marcó la agenda de los grupos antiderechos en Uruguay.

Hoy, los propios integrantes de Varones Unidos refuerzan en sus redes sociales una narrativa que justifica políticamente el doble femicidio cometido por uno de sus fundadores, Pablo Laurta, quien asesinó a su expareja y a su exsuegra en Argentina antes de huir con su hijo de seis años.

Un crimen que desnuda una ideología

Laurta cruzó el río Uruguay clandestinamente en kayak durante la pandemia, asesinó a un taxista en Concordia para borrar rastros y luego ejecutó el doble femicidio. En sus redes y en el sitio oficial de la organización, Varones Unidos no solo evitó condenar los hechos, sino que publicó un texto titulado “Feminidad tóxica: el historial de coerción, manipulación y hostigamiento que marcaron el comportamiento de Luna Yardina”, refiriéndose así a la mujer asesinada.

La nota —todavía visible en el portal varonesunidos.com— no expresa condolencia ni rechazo, sino una defensa del asesino. En ella se reproduce material privado y se busca instalar la idea de que la víctima “provocó” su propia muerte.

“Varones Unidos sigue militando y reivindicando el femicidio”, señaló el programa La Noticia es Otra, que analizó la publicación en su emisión del lunes. “No es un hecho aislado: es coherente con una estructura ideológica que fomenta la violencia hacia las mujeres y los niños”.

Complicidades políticas

Desde el entorno del oficialismo surgieron intentos de desvincular a la organización del crimen. Senadoras y diputados del Partido Nacional y del Partido Colorado cuestionaron que se establezca un nexo entre Varones Unidos y el asesino, pese a que él mismo fue uno de sus líderes y voceros públicos durante años.

“¿Cómo no va a haber vínculo? Si lo que promueven es exactamente el tipo de odio que desemboca en hechos así”, planteó en el programa. “Cuando el fundador de un grupo que reivindica la violencia machista comete un femicidio, eso no es casualidad: es consecuencia”.

La violencia como consecuencia ideológica

El espacio radial subrayó que la responsabilidad de Varones Unidos no radica solo en sus integrantes, sino en la doctrina que profesan y difunden: la negación sistemática de la violencia de género, la victimización del victimario y la relativización del feminicidio.

“Así como se estudian los grupos nazis para entender la violencia política, hay que analizar estos grupos misóginos que preparan el terreno para la violencia machista”, sostuvo uno de los panelistas. “Su discurso es un modo de incubar el odio.”

Silencios y apoyos

El caso también expuso los silencios selectivos dentro del sistema político. Ningún jerarca de la coalición de gobierno se pronunció con firmeza sobre la responsabilidad ideológica de Varones Unidos, pese a su cercanía con la elaboración de políticas públicas en materia de familia y niñez.

Mientras tanto, en sus redes, el grupo continúa publicando materiales que revictimizan a las mujeres asesinadas y apelan a un discurso de “defensa del hombre” que, lejos de la igualdad, encubre una ideología profundamente misógina.

El asesinato de Luna Yardina y su madre no fue un hecho aislado ni un desborde individual. Fue, como dijo uno de los conductores del programa, “la consecuencia lógica de una prédica sostenida durante años”.

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